Archive for febrero 2007

Un libro que debe leerse

domingo, 25 de febrero de 2007 § 2


¿Qué pasaría si de pronto el mar se revelara como el baúl de todas las respuestas? ¿Si de pronto existiera la posibilidad de que el azul profundo de los océanos albergara al mismo tiempo descubrimientos y olvido? Alessandro Baricco, autor de la novela Océano mar, nos señala un punto ubicado en cualquier parte, donde la arena y la brisa rodean la posada Almayer, un lugar suspendido encima de una pendiente rocosa en cuyo centro se experimenta siempre un ambiente marítimo. Ahí, como inquilinos del paraíso, se encuentran un sacerdote con la fe quebrantada, una jovencita con el alma tan delicada como un trozo de seda, una mujer hermosísima que disfruta viendo el paso de los días como un recuerdo y tres niños sabios que no revelan su identidad, pero que están ahí, detrás de cada uno de los personajes para responder a cualquier pregunta sobre el mar. Todos necesitan curarse del mundo, y así, entre el vértigo de las tormentas y el sopor que provoca el agua salada, la existencia dentro de Almayer se convierte en una realidad extrema, parecida, no obstante, al ritmo que tienen los sueños. En ese lugar también se encuentran Mr. Bartleboom, un investigador ingenuo que se propone definir el principio y fin de todas las cosas, y Plasson, un pintor renombrado que está harto de los retratos de burgueses y decide abandonar una vida de lujos para irse buscando los ojos del mar, la esencia. Los dos hombres, conducidos hacia el mar por cuestiones laborales en un principio, se ponen en contacto con sus historias profundamente, y luego, aún lejos del océano, el sonido de las olas marcará continuamente sus pasos hasta que finalicen sus vidas. De factura reciente, Océano mar es una de las novelas más importantes de su autor, Alessandro Baricco. Nacido en Italia en 1958 y fundador de un exitoso taller literario, alcanzó el éxito con Seda, una novela premiada en varias ocasiones. Desde ahí la producción de Baricco es siempre motivo de espera entre el público lector, pues su propuesta no es como otra en la actualidad. Se trata de textos bellamente esculpidos a modo de prosa poética, y entonces, página tras página, se construye la extensión de una novela; en Alessandro Baricco la novela es igual a una poesía en fragmentos largos y es por esta característica que todas las propuestas en Océano mar tienen aroma de verdades, el texto alcanza un tono aforístico. Un libro que vale la pena leer y volver a hacerlo, buscando cada vez nuevas pistas y descubriendo por fin cómo encontramos los ojos del mar y cómo es que la vida puede impresionarnos si nosotros atendemos a su llamado.



Ficha bibligráfica:
Baricco, Alessandro. Océano mar. Trad. Xavier González Rovira y Carlos Gumpert. 4ª edición. Ed. Anagrama. Barcelona, 2005.

La deuda que tiene el mundo

domingo, 11 de febrero de 2007 § 1




"Aguante usted el ser calificada de nerviosa. Pertenece usted a esa familia magnífica y lamentable que es la sal de la tierra. Todo lo grande que conocemos nos viene de los nerviosos. Ellos y no otros son quienes han fundado las religiones y han compuesto las obras maestras. Jamás sabrá el mundo todo lo que se les debe, y sobre todo lo que han sufrido ellos para dárselo."



Marcel Proust. En busca del tiempo perdido, III.

La deuda que tiene el mundo

lunes, 5 de febrero de 2007 § 0





"Aguante usted el ser calificada de nerviosa. Pertenece usted a esa familia magnífica y lamentable que es la sal de la tierra. Todo lo grande que conocemos nos viene de los nerviosos. Ellos y no otros son quienes han fundado las religiones y han compuesto las obras maestras. Jamás sabrá el mundo todo lo que se les debe, y sobre todo lo que han sufrido ellos para dárselo."

Marcel Proust. En busca del tiempo perdido, III.

Rudimentos de una poética

§ 1


El lenguaje me sirve para descifrar mi pensamiento. Me comunico con otros o conmigo misma y la necesidad persiste: encontrar las palabras y definir aquellas cosas que pasan por mi mente al tiempo que se halla el mejor orden para evocar a la memoria. El lenguaje me ayuda a externar lo que de otro modo quedaría en el silencio
Dice Rainer María Rilke en sus cartas que casi todo lo que vivimos pertenece al reino de lo indecible. Existen aún muchas sensaciones aún no descritas, aunque a todo el mundo le hubiesen sacudido alguna vez los huesos. Posiblemente no faltan las palabras sino la forma más cercana para referirse a lo no dicho, para eso -lo podemos constatar en la obra rilkiana- se requieren grandes esfuerzos, pues hacer un hallazgo tan profundo que concierna a la vida humana en el que se traduzca un sentimiento que aún no se nombraba, es un acto que pertenece por excelencia a los poetas, verdaderos conocedores de las emoción.
Yo no pretendo con esto hacer labores de escritor, sino que aspiro a conocerme a mi misma y a mis posibilidades con el lenguaje porque sé que gran parte de mi aún pertenece a los silencios. Quisiera un día, por supuesto, alcanzar un dominio sobre el lenguaje y utilizarlo en la escritura, esa es una de mis metas, pero la realidad es que entre más se avanza en el conocimiento y más se comprende la dificultad del idioma español, menos esperanzas se tienen de alcanzarlo, pero creo que esa especie de “angustia” es el elemento necesario para no desertar y obtener buenos resultados.
La meta es empezar con mis propios silencios, arrancarles lo que sea posible, siempre a favor de mi comunicación interna y la que tengo con los demás. Si se habla de lo inaprensible, quizá las palabras sean entre todo la única certeza y el buen uso de ellas puede servirnos como una herramienta “práctica” para adquirir y transmitir conocimiento, sea cual sea su naturaleza. Es para esto, para darle batalla al silencio y robarle un poco de música, para lo que me sirve el lenguaje.


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