
Lo descubrió por accidente, ritmos del corazón guían su pata izquierda. Un dos tres, un dos tres, y un espasmo revierte el ruido y el silencio. Invade la música.
El pájaro rie de quienes observan las estrellas, no entiende la astronomía. Un desliz de su pata en la entraña polar y ya está, el mundo gira. Eje igual a pata y rotación.
Ahora hay tres notas de charleston en sus dedos. La tierra baila ese compás. El movimiento es ritual de alegría y nadie sabe a dónde irá el mundo si un latido se detiene; nadie sabe qué será del mundo cuando la música y el pájaro recuerden que existe la pata diestra.
Imagen tomada de www.arteuy.com.uy/CaubarrereO/odile21328g.htm