
Lo descubrió por accidente, ritmos del corazón guían su pata izquierda. Un dos tres, un dos tres, y un espasmo revierte el ruido y el silencio. Invade la música.
El pájaro rie de quienes observan las estrellas, no entiende la astronomía. Un desliz de su pata en la entraña polar y ya está, el mundo gira. Eje igual a pata y rotación.
Ahora hay tres notas de charleston en sus dedos. La tierra baila ese compás. El movimiento es ritual de alegría y nadie sabe a dónde irá el mundo si un latido se detiene; nadie sabe qué será del mundo cuando la música y el pájaro recuerden que existe la pata diestra.
Imagen tomada de www.arteuy.com.uy/CaubarrereO/odile21328g.htm
Excelente texto. Cada vez escribes mejor.
Un abrazo.
Con cariño.
Fredo
De visita por el blog para sorprenderme cada vez más.
Un dos tres, un dos tres... hola. Chido texto.