Archive for 2006

Poema para terminar el año

domingo, 31 de diciembre de 2006 § 3


Ámame
En este instante somos
Las personas más felices
Sobre la tierra.


Marichiko, Kenneth Rexroth
Kenneth Rexroth, Marichiko






Gracias a todos aquellos que han hecho de cada día un evento inolvidable. Les quiero profundamente y les deseo lo mejor, no sólo hoy sino siempre. Feliz año 2007.

La naturaleza de la huríe

martes, 26 de diciembre de 2006 § 2



"eres niña bajo el sortilegio de la luna eres flor de las
fogatas
eres el diablo pero más hermosa más terrible
y tu solo aliento escalda mis labios lívidos"


Fragmento del poema "X" de Jorge Esquinca





p.d. Si alguien conoce a Jorge Esquinca podría presentármelo, sería un gran regalo de navidad, reyes magos, cumpleaños, etc. no pediría algo más.

Alterego

sábado, 23 de diciembre de 2006 § 1



La mujer transparente y oscura, celosa porta la belleza y también su propio caos. Con cuatro brazos construye, el resto es para desenmascarar las trampas del recuerdo. Aún muerta desconfía de todos los cadáveres.

¿podrían ser tus brazos el aliento que has robado al mundo, o será que el mundo existe sólo por haber percibido el aroma de tus manos?

Señora doña musa

sábado, 16 de diciembre de 2006 § 3



Desnuda y feliz. Libre como en aquella primera noche, cuando me regalaron la luz de la luna.

Actividades culturales

viernes, 1 de diciembre de 2006 § 7


Hace unos días se celebró en la ciudad un ciclo de mesas donde se discutieron problemás de la literatura regional. La foto es de la tercera mesa, en la que algunos escritores hablaron sobre el presente y el futuro de las publicaciones zacatecanas. De derecha a izquierda, Alejandro García Ortega, Victor Hugo Rodríguez Bécquer, Alberto Ortiz y yo :)

A mi propio pie, que me deja y se adelanta...

martes, 28 de noviembre de 2006 § 3

No quiero que limpies mi camino.
¡Me lo borrarías!
Nemer Ibn

A veces, cuando me aman, el empeño es borrar la oscuridad en mi sonrisa, o el tiempo exagerado que dura mi silencio, y cuando mis ojos brillan como ahora, les asusta la posibilidad del llanto.

No deberían preguntarse cómo o qué tan duros fueron otros tiempos, tampoco deberían pensar en cómo hacer que los olvide. Yo misma he sido muchas, y al paso de los años con todas ellas se ha construido lo que soy.

Deberías pues, amarme por esta mirada perdida, envuelta en un gesto cada vez más ausente, deberías besar cada una de mis lágrimas y abrazar mis episodios más tristes y mis errores graves. Deberías esperarme, no avanzar solo, sin mi.

A fin de cuentas ¿no es por todo el pasado -igual el tuyo que el mío- que ahora estamos aquí, en el mismo camino?

*Fotografía de mi talentoso cuate Hector García, "Entre los pies de San Ignacio" Guadalajara.

La diosa niña

domingo, 12 de noviembre de 2006 § 5


Extiende sus manos, húmedas luego de tocarse el rostro. Algunas batallas ha perdido, delante de sus ojos temblaron, alguna vez, no pocos mares. Sin embargo el llanto no responde a la negrura del eco pasado, no responde a la conmoción ni a la tristeza. Cada lágrima es por las últimas sonrisas, pues en ellas no existió medida para el tiempo. Si es que la nostalgia no es realmente vivir en pasado, sino anhelar ese in illo tempore donde cada uno puede amar y pertenecer libre a todas las cosas, la niña se entrega a los licores de su propia agua salada; le vuelve frágil saber que tiene una felicidad genuina.

La muchacha escapa a sus deberes fingiéndose lejos. Debe entregar su aroma, legendario consuelo inaugurado por los dioses. Sólo ella conoce la tesitura de su alma y la antigüedad en la negrura de sus ojos, es por eso que huye, pues teme decir a los sacrificados que ella es aún más débil, quizá tanto como un pájaro erguido en la sombra. A pesar de todo sigue ahí, con su diadema de flor, sonriendo al hombre que no duerme en los calores de la noche y enamorado bebe canciones de luna, pues sólo en él hay muchos tipos de respuesta, aunque sea él quien pregunte y ella quien deba responderle.

A la niña que duerme

domingo, 1 de octubre de 2006 § 5



Sigues ahí, querida Liolia, detenida, sin alcanzar con los ojos a tu padre. Lo percibes entre la niebla y a veces escuchas alguno de sus latidos, pero la bruma es demasiado espesa, te impide encontrar algo más allá sin opacar tus córneas. El espacio entre ambos es breve, pero requiere un esfuerzo largo. No es que debas estirar los brazos y llamarlo, no. Se trata, Liolia, de que lo decidas, de que por un momento en tu corazón se abrigue ese deseo.
La primera vez que huiste yo recorrí contigo los campos, y fue ahí que supe de tus manos tristes, siempre juntas, atrapando la desesperación del abandono. Te creías desamparada, y yo, Liolia, quise reprocharte el obstinado silencio, decirte que volvieras la cara, que tu padre, arrepentido te miraba como adivinando tus rutas, pero tú no darías pasos hacia atrás. Entonces niña, sólo te miré y lloré contigo, pues reconocí y sentí mía tu tristeza
Ahora, mi pequeña, después de tantos años, estás frente a él, pero no puedes alcanzarlo. Es posible que ni siquiera lo sepas, pero yo Liolia, que te miro desde lejos, veo tus dedos incándose en la niebla cada vez que crees reencontrarte con alguna imagen. Entonces me avergüenzo porque no deseo confesártelo, pues ahora que eres má delicada y hermosa que cuando te fuiste, no te reconozco, no puedo evitar esta idea: eres otra, lo que veo ahora es sólo un espejo engañoso, la mentira de un buen recuerdo.
Él no descansará hasta dar contigo, te busca siempre con la cabeza abajo; va seguido de las otras niñas que no conoces y son tus hermanas, preguntando dónde vieron encendida la última de tus lámparas. Para los que te buscan no hay consuelo, y tu padre, al igual que tú, a veces se detiene, paralizado. Se propone atravesar el mundo con los ojos y toparse contigo, pero como hoy, Liolia, aunque estén frente a frente no van a tocarse. Así serán los días, hasta que no decidas revelar a los tuyos alguno de tus secretos.

Todo se marchita

lunes, 25 de septiembre de 2006 § 3



Si me preguntaran cómo es que todo termina, recordaría este delicado momento.

La impotencia

martes, 19 de septiembre de 2006 § 3



Para mi amigo Hector

Quisiera tener en mis manos la palabra o el gesto, saber el movimiento, la ruta exacta entre yo misma y tu dolor. He dicho mil veces que lo entiendo, que mi corazón lo ha pasado varias veces. Ahora sé que he dicho una mentira. Nuestros llantos jamás son del mismo color, son tan diferentes como nuestas vidas. No volveré a decir entiendo sin proveerte de doscientos abrazos, cincuenta veladas bajo la lluvia y veinticuatro horas de nuevas confesiones. No diré palabras sobre alguna tristeza hasta no dejar en ella mi paz.

A ti, que me dejas existir en las sombras, niño memoria, un abrazo rotundo, con la mano abierta y los ojos cerrados.

Rumbos

viernes, 8 de septiembre de 2006 § 1


Y andamos siempre, retrasando cualquier tipo de llegada.

La huida (mi sueño en menos de 400 caracteres)

viernes, 1 de septiembre de 2006 § 3


No supe cómo es que las conocía, tampoco el por qué de mi fervor al padre, las once hermanas marchaban detrás del silencioso Schwob, cabeza abajo. Mirándolos desde la ventana de coche yo abandonaba el pueblo, sonriendo con dolorosa malicia como cuando se deja una vida detrás. Ni los amores ni sus muertes lograron detenerme, no me reconocí entre aquella noche, hasta que alguien me llamó: ¡Monelle!..
Texto ganador en Punto de lectura. ¡¡!Gracias por los libros, me servirán mucho!!!
Pintura: Mark Ryan

La mano danzarina

sábado, 26 de agosto de 2006 § 2


Pensaba en la blancura y en esta certeza: su reino existe. Si para alguien como la pequeña Monelle esto ya es un motivo debe ir hacia allá, pero nunca sola. ¿Es que detrás de todas las rutas nubladas y temibles, no está una mano ajena, pero muy cercana, que sabe el secreto, los verdaderos deseos de Monelle? si no los sabe, al menos desea saberlos, porque los presiente en magnitud. Esa mano es quien se mueve, es la misma que existe detrás de cada historia obscura, la mano blanca, cercana y ajena, tejiendo silenciosas rutas.
A El libro de Monelle le falta nombrar su propia mano, pero existe, está ahí de modo que es ella quien hilvana los deseos, urga en lo secreto y le permite a ella, la triste niña, alcanzar el reino blanco. La mano es en realidad el alma de aquel reino.

La mejor de mis recomendaciones

jueves, 17 de agosto de 2006 § 1

El libro de Monelle

Marcel Schwob (1867 1905)

Por Ana Carolina Corvera García

Sobre las turbaciones y los espasmos, el también autor de Vidas imaginarias no hubiese escrito palabra favorable, acaso alguna vez haría sólo una advertencia que rezaba “la timidez –en su calidad dubitativa- es la madre de todas las mediocridades”. El no vacilar es lo que Schwob alabaría, pero ¿cómo mantener la serenidad, ante un libro como el de Monelle? ¿cómo no detenerse y flaquear ante cualquiera de sus hermanas, esas que son todas y y una al mismo tiempo? Pareciera que el libro está hecho para ser una encrucijada, en la que se evidencia todo aquello frente a lo que no debemos detenernos.
Construído entre el aforismo y la prosa poética, el libro de Schwob es aún joya desconocida. Ya en un prólogo José Emilio Pacheco lo mencionaría, recordando al magnífico escritor francés como un inventor incluso de su propio destino, al momento de (pre)destinar, según su temperamento, una obra con valor universal a un casi total olvido, y es que Schwob ha alcanzado, sin embargo, “el mayor y el único verdadero triunfo al que pueden aspirar los escritores: entrar en comunicación íntima con unas cuantas personas que se acercan a sus libros”. [1]
Monelle, la pequeña vendedora de lámparas, aparece solamente cuando el silencio le guía hacia alguna pena; es hermosa, no por la finura de sus rasgos, cuyas características por cierto son desconocidas, y tampoco por la nobleza de sus sentimientos. A ella, la pequeña prostituta que es una y todas sus hermanas a la vez, la embellece su presencia noctura, onírica, siempre distante y a pesar de todos, fugaz. Monelle aparece siempre en el momento adecuado, cuando no hay ni voces ni recuerdos. En cuanto se asoma alguna idea, ella se va.
Y es que Monelle es dueña de un secreto que es preciso descifrar; no es causalidad el que jamás esté junto al sopor de las luces, sino únicamente en las noches, pues es en ellas donde comienza el verdadero camino, en el que el juego, los olvidos y la idea de verdad cobran nuevos significados. Ahí, en esas tres palabras está quizá por completo el secreto de Monelle, un secreto que no deja de provocar espamos, de ponernos tímidos con la fuerza de los aforismos porque su perspectiva del mundo es cruel a ratos pero cierta, y porque lo oculto está al mismo tiempo grande y claro en el transcurso de las páginas.
El recorrido se hace a través de cada las de hermanas, que son todas y al mismo tiempo sólo una, pequeñas diosas que con su terrible pureza nos llenan de espanto: pocos pensarían que en un silencio infantil estuviera la satisfacción de una muerte segura, o que durante el juego una nuca lechosa y delicada escondiera todas las sensualidades y que ahí hubiera claros indicios del secreto, de la verdad. Los personajes podrían parecernos ajenos en un principio, sin embargo, es tan sencillo entrar en comunión con cada uno, por más terrible y hasta insospechado que nos parezca porque las suyas son de las más puras inclinaciones humanas. Cada relato entreteje una metáfora que está ahí, oscilando tranquila, a la espera de saber cómo es ella misma un delicioso misterio.

[1] Prólogo a “La estrella de madera”. Revista Fractal.

Encuentro 1: generalidades

domingo, 13 de agosto de 2006 § 4


“Hablar mucho de uno mismo también es una forma de ocultarse”
F. Nietzche

Me gusta el danzón y el rubor grasoso de las palomitas. El silencio me parece el mejor de todos los lenguajes, a diario lo practico. Las cosas entrañables siempre llevan las palabras simple, dulce, delicado y terrible. Prefiero la noche, ahí el aire no es como acostumbra, a veces, cuando nadie lo piensa, es mucho más ligero y nos hace creer que todo es posible, lo mejor es que el efecto puede ser duradero. Mi rodilla izquierda es la única que baila, chachachá para ser precisos, a la derecha le gusta seguirme con las percusiones. El corazón, me lo han dicho, lo tengo de agua: oscila casi siempre y es adicto a la contradicción.
Los insectos – sabes de mi afición a los insectos- son más que seres, situación extraña, les amo y les temo, como se hace con lo puro e inmutable, lo que es ley.

Me acerco cada vez a la puerta. Lo dejo aquí, por ahora. No deseo entorpecer esta creencia: el secreto siempre ha estado vacío.

La terrrible búsqueda

§ 0


"Era una hermosa noche de otoño de veloces nubes. La luz, incierta, era justo lo bastante paciente para que Bohusch pudiera reconocer una lápida de mármol en la que podía leer, entre las crecidas ramas “Bitezlav Bohusch, portero ducal”. Y cada vez que el pequeño leía esto se ponía a cavar ávidamente, con las uñas, en la hierba y la tierra hasta que sentía un cansancio cada vez mayor, y el aliento de la tierra húmeda se hacía cada vez más pesado y nebuloso, y sus uñas empezaban a rechinar sobre la madera lisa del gran ataúd amarillo. Y se veía entonces de rodillas sobre el ataúd, en la sombría fosa, permaneciendo indeciso durante unos segundos. Hasta que encontraba, por fin, una solución: sin duda podría romperse esa tabla golpeando con la cabeza, igual como podía romperse un cristal. ¿No se habían reído siempre de él por lo duro de su cabeza?
Pues al menos iba a servirle para esto. ¡Crac! La tabla cede como un cristal, y Bohusch tiende su mano ardiente, saca de esa húmeda oscuridad el pecho de su padre y reviste con él, como con una coraza, sus tímidos hombros, vuelve a tender la mano y busca, busca con dedos convulsos, emplea también la otra mano, y no alcanza a comprender por qué sus dos manos que sangran no logran encontrar la voz de su padre."

Rainer María Rilke. El rey Bohusch.

Dulce y terrible, la exquisita combinación

§ 0


"Reinó un breve silencio, que yo corté con las palabras siguientes:
Esto me hace pensar en una jovencita. Puede decirse que, durante los primeros diecisiente años de su clara vida, ella no hizo sino mirar. Sus ojos eran tan grandes y tan personales, que todo cuanto recibían lo gastaban ellos mismos, y en todo el cuerpo de esta criatura joven, la vida se desenvolvía independientemente de ellos, alimentada de ruidos sencillos e íntimos. Pero, al finalizar aquella etapa, no sé qué suceso demasiado violento desordenó aquellas vidas distintas que apenas se tocaban: los ojos horadaron, en cierto modo hacia el interior, y todo el peso de afuera cayó, a través de ellos, sobre el obscuro corazón; y cada día se abismaba con tal fuerza en esas miradas altas y profundas, que, al fin, el corazón estalló como un vaso dentro del pecho angosto. Entonces, la jovencita se volvió pálida; se marchitó; buscaba la soledad para meditar. Y, por fin, obtuvo aquel silencio en el que los pensamientos no son perturbados por nadie.
-¿Qué? ¿Murió? – preguntó mi amigo, dulcemente, con la voz un poco ronca.
- Se ahogó en un estanque tranquilo y profundo, en cuya superficie se formaron muchos círculos que se ampliaron lentamente, hasta llegar a los nenúfares blancos, de modo que las flores, al ser bañadas por el agua, se hermosearon"


Rainer María Rilke. Historias del buen Dios.

Mi discreto mugido

sábado, 5 de agosto de 2006 § 2



"...Sin poner en esta estancia unas esperanzas concretas, para la menor de las cuales me siento demasiado exhausto..."
Rainer María Rilke
Todo cambia. La música es perfecta y yo sé alguno de sus secretos. Esta noche quiero, si se me permite, ser como un espejo. Deseo que anden como equinos todos los granos de arroz.
Atrapé el zapato.

Confesiones a Benvenuta

miércoles, 2 de agosto de 2006 § 0

París, 17, rue Campagne Première

1° de febrero de 1914

Interrumpe una carta a la mañana y dice:

Más tarde
Justo en ese momento llegó la femme de ménage para limpiar todo; muy lenta, llena las mañanas con nuevos chismes y no piensa siquiera que uno puede no querer escuchar. De esta manera uno permite que lo rieguen durante un rato, como a una planta en maceta, confiando en que la conocida generosidad de la naturaleza hará que esta humidité de algún modo contribuya a hacerlo crecer. Hélas, chère amie, estos personajes menores admitidos en la casa por su probada habilidad para para manejarse con los fastidiosos quehaceres domésticos, ¡de qué manera pueden convertirse en fuentes de ruidos, en un fastidio, en una verdadera molestia! Es como si uno hubiera comprado una serie de felpudos solo para tropezar con ellos en cuanta ocasión se presenta. Para abreviar hice lo que hago todas las mañanas después de haber sido regado lo suficiente: me desbordé.

(Fuente: Rainer Maria Rilke. Cartas a Benvenuta. Leviatán)

Me encanta la rola

viernes, 28 de julio de 2006 § 0


La chica de Ipanema (versión Jarabe de Palo)

¡Feliz cumpleaños Ox! Bossa, en honor a tí


Mira qué cosa más linda
más llena de gracia
es esa muchacha,
que viene y que pasa
con su blanceo
camino del mar.

Niña de cuerpo dorado
del sol de Ipanema,
con su balanceo
es todo un poema
la chica mas linda
que he visto pasar.

¡Ay! ¿por qué estoy tan solo?
¡Ay! ¿por qué me siento triste?
¡Ay! la belleza que existe,
belleza que no es solo mía
que ahora pasea solita.

¡Oh! vida mía si supieras
que cuando tu pasas
el mundo entero
se llena de gracia,
con tu balanceo
camino del mar.

De mi archivo

§ 0

Flores

viernes, 9 de junio de 2006 § 1


Yo, la que cura y calla. Yo, a la que tu sombra hará la eternidad más breve.

Paraíso

viernes, 2 de junio de 2006 § 0















Y pensar que la cosa puede ser así, correspondiendo a este amor mudo, a esta amorosa indiferencia del mundo.

La que aún no ha sido mariposa

§ 0

Unas lágrimas por la inocencia perdida. Una sonrisa, en honor al recuerdo.

Un tributo a la siempre libre, la mujer del sol

domingo, 21 de mayo de 2006 § 0


"Independiente fui, para no permitir pudrirme sin renovarme; hoy, independiente, pudriéndome me renuevo para vivir. Los gusanos no me darán fin -son los grotescos destructivos de materias sin savia, y vida dan, con devorar lo ya podrido del último despojo de mi renovación- Y la madre tierra me parirá y naceré de nuevo, de nuevo ya para no morir...."

Nahui Olín

Las enseñanzas de Monelle

martes, 9 de mayo de 2006 § 2



"Mira: todo momento es una cuna y un ataúd: que toda vida y toda muerte te parezcan extrañas y nuevas.

La rosa de otoño dura una estación; cada mañana se abre; todas las noches se cierra.

No ensucies tus manos en los cauces gastados. Purifica tus dedos en las aguas nuevas.

No te legues nada a ti mismo: ni placer ni dolor.

No seas esclavo de ropaje alguno; ni del alma ni del cuerpo.

Nunca golpees con el mismo lado de la mano.

Cuando dejes tus ropas por la noche, despójate de tu alma diurna; desnúdate en todos los momentos. Toda satisfacción te parecerá mortal. Fustígate de antemano.

No mires detrás de ti. No mires demasiado delante de ti. Si miras en tu interior, que todo sea blanco.

No te asombres de nada por la comparación del recuerdo; asómbrate de todo por la novedad de la ignorancia.

No temas contradecirte; no hay contradicción en el momento.

No ames tu dolor, puesto que no ha de durar.

Reflexiona acerca de tus uñas que crecen y de las pequeñas escamas que se desprenden de tu piel.

Contempla al unvierso como un atomista.

No resistas a la naturaleza. No apoyes sobre las cosas los pies de tu alma. Que tu alma no vuelva su rostro como lo hace el niño malo.

Sé olvidadizo de todas las cosas." *

*Fragmentos El libro de Monelle, Marcel Schowb

*Fotografía "La procesión va por dentro" Andrés Romero, Colombia. Talentazo, ¡gracias!

De aristocracias...

jueves, 4 de mayo de 2006 § 2


"La aristocracia del silencio y su costoso anillo de soltero: la escritura."

Si algún tipo de aristocracia tuviera que admirarse en toda su grandeza, sin duda escogería la del silencio. Elegante y sabio; crudo y sincero, infalible... ¿Qué mejor trabajo sino estar a su merced? ¿Cuál otro mérito existe tan bello como estar a los pies de esa música salida del solitario de diamante? Es verdad: cargar el anillo es lo costoso, pero vale la pena llevarlo y ser aristócratas del silencio. Vale la pena todo, el sudor y el trabajo, el dolor y también el cariño, para quien es poeta y nos regala su poesía.

Gracias por la bella frase y por la poesía, Javier.



Fotografía: Andrés Romero. Colombia. Tks!

"La cofradía de los melancólicos"

sábado, 29 de abril de 2006 § 0


Marie Grübbe

de Jens Peter Jacobsen

(Fragmento)
" ¿Ignora, Señora, recomenzó [Sti Horg] con una voz lenta, aparentemente molesto e inseguro de si debía hablar o callarse, ignora Señora, que hay en el mundo una sociedad secreta que se podría nombrar la compañía de los "melancólicos"? Es gente que, desde el nacimiento, está hecha de una manera diferente a la de las personas ordinarias; tienen el corazón más grande y la sangre más viva; anhelan y desean mucho más; aspiran con más ardor, y sus pasiones son más violentas, más ardientes que las del común de los hombres [...] Pero, en el árbol de la vida, ellos buscan flores que los otros no sospechan, flores escondidas bajo las hojas muertas y las rarnas secas. Los otros, ¿conocen la voluptuosidad de la tristeza o de la desesperación? [...]

- ¿Pero por qué, preguntó Marie mirando para otro lado con indiferencia, por qué les llama los "melancólicos" ya que, en suma, no piensan más que en la alegría y en los goces de la vida, y no en lo que es duro y penoso?
- ¿Por qué? exclama él como impaciente y con una entonación desdeñosa. Porque toda alegría terrestre es breve y corruptible, falsa e imperfecta; porque la voluptuosidad abierta como una rosa, se deshoja como un árbol de otoño; porque cada soberbio placer de la vida, resplandeciente de belleza y en plena floración, en el instante mismo en el que uno va a tomarlo, está corroído por un cáncer de tal suerte a allí percibirá, cuando lo aproxima a sus labios, el espasmo de la descomposición [...] Y pregunta por qué los nombro los "melancólicos", cuando toda voluptuosidad una vez alcanzada cambia de figura y se transforma en desagrado, cuando cada transporte de entusiasmo no es más que el último suspiro angustiado de la alegría, cuando toda belleza es la belleza que miente; toda felicidad, una felicidad que se rompe."

El movimiento...siempre el movimiento (8 mayo)

martes, 25 de abril de 2006 § 1


Viene uno más aunque hayas decidido paralos, que no hubiera otro - o al menos, no contara en tu cronología personal-. Pero ahí está, viejo y radiante a la vez, demostrando que la voluntad en nada le afecta. Llega, muy despacio, a dejar otro número para sumar. Ya no eres la niña de cabello corto y mejillas redondas (tratando siempre de simularlas), que mira hacia arriba buscando los sueños. Ahora te espías delante y detrás del espejo, te preguntas, y cuando sueñas el recorrido es interno. Por fortuna, aunque pasen 40 años siempre habrá algo nuevo para ti, igual que para todos. No lo dejes ir. No deberías. Nadie debería.

La lección de este año ha sido más bien agria. Felizmente, cada ciclo trae en sus manos algo distinto.

¿En qué irá a parar todo esto cuando tengas otros 10 o 20 años? Sé que a diario te haces la misma pregunta.

Felicidades, Milena.

Homenaje al poeta. 16 de marzo 2006

sábado, 18 de marzo de 2006 § 1


Sobre Jaime Sabines, el unificador de intimidades.

Por Ana Carolina Corvera García

I
YO NO LO SÉ DE CIERTO, pero creo que el sonido que destruye ese equilibrio llamado silencio, es el amor. No lo sé de cierto, lo supongo tal como aprendí alguna tarde del maestro Sabines, de su poesía. Nada sabemos de cierto y sin embargo es posible dudar con cierta malicia de todas las cosas hasta el momento de suponer, apoyados únicamente en la experiencia, la contemplación.
Dice Sabines en una entrevista, a propósito de la poesía:

Un poeta es una gente ‘descarnada’, es decir, una persona que va por el mundo sin piel, con la carne viva. Por lo tanto, las cosas que suceden le afectan más que a otros. No tiene nada que lo cubra, que lo proteja, y entonces, como respuesta a la vida, se le da la poesía.

Cada cosa, cualquier espacio, desangra y duele al poeta. Nada le pasa desapercibido. Ser descarnado, estar sin piel, es recibir al mundo en las entrañas hasta sangrarlas. Escuchar el murmullo de todas las cosas mudas es la hermosa condena del individuo que se atreve a andar sin la piel, pues es entonces cuando nace la poesía. El descarnado sufre y goza más que los otros, especialmente la belleza, porque sabe que ella se marchita un segundo antes de abrazarla, no pude nunca pertenecernos del todo; vamos siempre un paso tras ella. El recuerdo se vuelve entonces el presente irremediable, lejano, muchas veces pavoroso. De esa persecución constante que el descarnado hace de lo fugitivo es de donde emerge la poesía.

Pero el recuerdo no es sinónimo de idea; no nos habla en Sabines de un romántico herido y abandonado que lucha por mantenerse así, lejos de una realidad inmediata. El anhelo de la belleza y del mundo natural, viene de imágenes reales; visiones y evocaciones de otro cuerpo, con el que podemos contemplar, mas nunca vivir en sus adentros. El otro, lo otro, siempre nos es un poco lejano, así digamos nos pertenezca. Cuando Sabines nos habla de ir sin piel por el mundo, imaginamos pues no un desprendimiento físico, sino uno metafórico en el que podríamos ver al mundo como hombres, ya no aquel primero en la añoranza colectiva, sino sólo como hombres en nuestro lugar dentro del orden cósmico. Estar descarnado es estar sin esa piel que nos aleja cada vez más de los otros y de nosotros mismos, esa que nos parcializa, nos divide en grupos. Nos rompe.

§ 0


II

En la tradición no sólo poética sino filosófica, distinguimos al alma y al cuerpo, dos entidades fundamentales opuestas entre ellas, que a su manera rompen la armonía de un silencio inicial, ese del que emergen todas las cosas, todas las posibilidades. Por un lado el cuerpo, ser y deber ser de los temperamentos poco volátiles y terrenos. Por el otro la ausencia, única realidad de los que Jacobsen o Rilke definen “melancólicos”. La mayor parte de la literatura universal nos demuestra por qué tal o cual estado – el corporal o el de la ausencia- es más o menos bello, aceptable, poético. Se puede amar con valía lo ausente y hacer de cada acto una poesía, como en Werther, o pude uno apegarse a lo terreno, es decir sólo a aquellas cosas que se pueden tocar, haciendo de esa satisfacción constante una poesía.

Si bien la literatura nos coloca de manera cuasi religiosa en alguna de las dos posturas, es cierto que así como alma y cuerpo nos dividen, nos imponen una dicotomía; por ende esa literatura sólo llega a una parte de nuestra intimidad, sólo cubre y alimenta una parte de nuestros silencios. Aun cuando la literatura busca desde los inicios conquistar nuestra intimidad, lo logra en proporción muy pocas veces. O piel o ausencia; o nostalgia o sensualidad. Sabines toca lo íntimo porque en su poesía no es un estado sin el otro. La nostalgia es amante de los muslos blancos; el vientre rojo y punzante es el consuelo de la desesperanza. La poesía de Sabines apaga la bifurcación: Existe un lugar para los amorosos, es decir aquellos buscadores de la costilla que nunca han tenido vacía y ríen de los que “saben todo” porque su amor les ha dado el irrefutable poder de la experiencia; y existe a su vez un instante para decir que “sólo los árboles esperan, tú no esperes, es el tiempo de vivir, el único”.

El deseo no es un sustituto de lo corpóreo, sino una invitación para entregarse a ello; el recuerdo, una incitación a repetirlo. En Sabines las entidades se unen, no hay oposición. Hay una entidad compuesta de alma y de cuerpo que llega pues por ambos lados, acariciando la intimidad - me atrevo a decir cualquier intimidad, sea cual sea su escritura individual-. En sólo 4 líneas de tremenda sencillez, Sabines alcanza nuestra memoria sensorial y nuestros deseos a un tiempo cuando dice:

Me dueles
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.

Nada queda de mí después de este amor.

§ 0


III

El encuentro con la poesía de Sabines no puede ser un acto impune. A cada instante se pregunta uno si es que alguien no ha deseado alguna vez, juntar todas las palabras de amor pronunciadas en el mundo para darlas en ofrenda, o quemarlas y desparecerlas cuando no queda otro remedio; me pregunto si la tía que perdí no era como la tía Chofi; si es que alguna vez me vi en la acera de enfrente o en algún otro sitio y me he llamado con un nombre que no es el mío, sino con uno parecido al del joven y viejo Tarumba.

Me pregunto si una parte de mí nació de la saliva y la otra del silencio. Me pregunto también si cada cosa que existe la nombro sólo para recordarla. Y encuentro que ese punto de unión entre mi parte de silencio y la de saliva, sólo hay un destino posible: el lenguaje del amor: el de las palabras murmuradas, el de los besos callados, el que está atrapado en las frases cotidianas, que si son para quien se ama, en la más grande y pura concepción del amor a los otros, son siempre lenguajes laterales y subversivos que nos delatan.

Todos nacemos descarnados, pero nos cubrimos de piel con el paso de los años, buscando, quizá sin querer, la pertenencia. Así vamos, cubiertos incluso de nosotros mismos, hasta que en algún lugar y con mucha suerte, nos alcanza un poeta que trasgrede esa intimidad perdida, la unifica, nos la devuelve y así nos hace poco suyos.

Toda certeza proviene de la sensación y la experiencia. Toda palabra es arrancada de algún lugar del silencio. Yo no lo sé de cierto, pero creo que ese movimiento que rompe cualquier equilibrio aparente, es el amor. No lo sé de cierto, pero lo supongo.

Los hermosos lugares de antaño...

§ 0


No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es mi ambición.

Es mi manera de estar solo.

Fernando Pessoa

Conmoción (es)

§ 0

Para Javier

¿Acaso podría algún otro hacer tan felices a los demás con tan pocas palabras? ¿Con todo ese silencio?

Sólo un poeta.

Fue la ausencia

§ 1



I

Aunque el rumor de la vida gastara en su viaje las sales de mi cuerpo, un olor ausente, casi etéreo, embriagaría mi destino. Soy lo que no buscaste; mi palabra es silencio, y los silencios no existen.

II
Nací de estrellas y entre las aguas vine. Aprendí el lenguaje de los mares, con suspiros trémulos y el gesto a veces cansado.
Siempre estuve callada.
El silencio fue el himno que inmaculó mis deseos, cada uno fue mientras dormía; así, clandestinos, no murieron jamás. Mi corazón se alimentó del sueño, y en ese beso que dejé en las olas, flores oscilantes y destinadas a la muerte, ofrecí mi aliento al dolor de las cosas que perdí sin conocer, al delito sombrío de amar las ausencias.

III
Un día tu dolor se enterró en mí. Invocaste palabras no dichas y salí a tu encuentro. Olías a mar. El tiempo concibió una fisura mutua; tu camino descartó en adelante los motivos de un rumbo. Luego tu imagen, apenas trazada, se borró pronto, ligera entre la espuma.
Fue la ausencia dulzura para mis ficciones, para todas las cosas que fuera de mí no viven; aseguré la eternidad de mi silencio. Tu ausencia se parecía a la muerte pero no era ella, sino su irremediable pretexto.

IV
Entre caracoles y arena descubrí un lugar para pensarte; la canción con que te honro es en mi silencio la resonancia perpetua. Mi canto está en las notas apagadas, en las melodías que reproduce el mar; mi canto es el amor que no te digo, en el calor de la ausencia, tentada siempre por los misterios de la posibilidad.
Aquel día me perfumó tu aliento, un suspiro mordaz y suplicante, equilibrio perfecto entre el viejo Gargantúa y los pétalos de una flor.
Entre algas moribundas recordé tu sombra y deseé que en ti existiera lo que el cielo es al mar. Soñé que mi alma era la eterna espera; mi silueta un polvo al que amabas, siempre. Soñé que mi sombra te evocaba un olor tan dulce como los vapores de sal y saldrías a buscarme. Imaginé que un día regresarías por mí.
Te esperaré cantándole a la luna en fervoroso silencio, mientras las olas se llevan poco a poco los trozos de mi vida.

Sobre la literatura

§ 1

Cualquiera es potencialmente capaz de decir algo importante (es decir con esa carga mayúscula caracterizada por la universalidad) al menos una vez. En una conversación cualquiera, o en una representación improvisada donde la palabra se evapora, lo dicho puede balancearse entre una novedad pasajera o una cuestión innegable, trascendente. En la literatura, el reto es decir lo que se quiera, sea lo que sea, de modo tal que cobre suma importancia, ese carácter universal que hace a la inmortalidad. El reto es decir y sustentarlo en el papel, y que ello permanezca y trascienda mientras la evolución de las vidas humanas lo permita.

Contador de visitas

Powered By Blogger