La casa en el laberinto

lunes, 3 de septiembre de 2007 § 3


No soporto el abandono. Voy como esa Ariadna que usted dice, sí, soltando poco a poco mi hilo dorado para que me encuentren, pero lo que no sabe es que estoy pendiente de cuánto lo estiran, las presencias se miden así: si no jalan suficiente, el asunto deja de tener importancia. Le suelto unos metros más si se pierde, corro y a ver si me alcanza. Entienda que estoy huyendo de mi padre, entienda que el sólo hecho de ayudarle a usted para encontrarme es ya una traición que yo me hago. En el centro está el Minotauro. Rodeo temerosa el laberinto, usted sabe en el fondo que no deseo encontrarme con él, que quiero que usted venga, pero el laberinto es mi casa, entiéndalo así. No sé si pueda o no matar al monstruo, en esta parte de la historia es difícil tan sólo pensarlo. Si quiere entrar no suelte el hilo, aunque vaya lejos hágame saber que lo sigue, estírelo, mire que mis manos lo sufren todo, mire que mi corazón es de agua y está puesto en ellas siempre. Mire que camino, mire que el miedo facilita la decepciones profundas. Mire que soy como una niña. Necesito hechos y palabras. Lo que necesito es que me atiendan y me salven. Mire que me pierdo, mire que voy.

What's this?

You are currently reading La casa en el laberinto at Ana Corvera.

meta

§ 3 Response to “La casa en el laberinto”

  • es compleja la relación de los arquetipos, de ariadna, teseo y el minotauro, uno nunca sabe que monstruo duerme al costado, o si ariadna es lo suficientemente el amor del teseo que abandona, eres ariadna la mayor de las veces por el color de los hilos que vas dejando al paso.



    se acerca la FIL

  • Oiga, ya leí sus textos que me mandó... tengo sugerencias e hice unas pequeñas correcciones (espero no le moleste, no es gran cosa)... conéctese o mándeme mensaje al cel pa conectarme.

  • Unknown says:

    Hermoso texto (y mirad que no digo "hermoso" así nada más, por quedar bien (sí, estos méndigos paréntesis monterrosianos (y eso que ya dejé de leerlo))). Como os decía, hermoso texto pero, una cosita me salta a la mente: ¿Qué pasa si uno es el propio minotauro y la ingrata de Ariadna nomás no llega? ¡Pobre Hor!

Contador de visitas

Powered By Blogger