La terrrible búsqueda

domingo, 13 de agosto de 2006 § 0


"Era una hermosa noche de otoño de veloces nubes. La luz, incierta, era justo lo bastante paciente para que Bohusch pudiera reconocer una lápida de mármol en la que podía leer, entre las crecidas ramas “Bitezlav Bohusch, portero ducal”. Y cada vez que el pequeño leía esto se ponía a cavar ávidamente, con las uñas, en la hierba y la tierra hasta que sentía un cansancio cada vez mayor, y el aliento de la tierra húmeda se hacía cada vez más pesado y nebuloso, y sus uñas empezaban a rechinar sobre la madera lisa del gran ataúd amarillo. Y se veía entonces de rodillas sobre el ataúd, en la sombría fosa, permaneciendo indeciso durante unos segundos. Hasta que encontraba, por fin, una solución: sin duda podría romperse esa tabla golpeando con la cabeza, igual como podía romperse un cristal. ¿No se habían reído siempre de él por lo duro de su cabeza?
Pues al menos iba a servirle para esto. ¡Crac! La tabla cede como un cristal, y Bohusch tiende su mano ardiente, saca de esa húmeda oscuridad el pecho de su padre y reviste con él, como con una coraza, sus tímidos hombros, vuelve a tender la mano y busca, busca con dedos convulsos, emplea también la otra mano, y no alcanza a comprender por qué sus dos manos que sangran no logran encontrar la voz de su padre."

Rainer María Rilke. El rey Bohusch.

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